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Vertiginosa, la vida actual nos impone una lectura rauda y eficiente de la realidad. Nos demanda —igual que antaño— la producción de signos que den sentido a nuestro paso por el mundo. Signos que han ido cambiando a lo largo de la historia, del crucifijo como símbolo del poder redentor de una humanidad cerrada y concentrada, al ready-made de Duchamp, capaz de demostrar que cualquier cosa puede ...